"What is love? Baby don’t hurt me Don’t hurt me No more..."
"What is love?
Baby don’t hurt me
Don’t hurt me
No more..."
Henric Sturehed se encontraba en el búnker de green del hoyo 10, par 5, para ejecutar su tercer golpe, el palo bajaba, estaba a punto de encontrarse con la arena cuando la canción de Haddaway comenzó a sonar, en versión politono, en el teléfono de un espectador, dentro de la masa que seguía el partido estelar en la jornada final del Open de Portugal.
El jugador sueco se sobresaltó en pleno descenso y terminó impactando la arena centímetros antes de lo que debía. Lo que era una ocasión de birdie más que clara se convirtió en una obligación de salvar el par para no alejarse de la cabeza del torneo. Henric, colíder a falta de 18 hoyos, no había empezado bien el domingo, un triple bogey en el hoyo 3 le ponía el triunfo muy cuesta arriba. Había conseguido reponerse después de ese duro comienzo, y volvía a ver la luz tras hacer birdie al 7 y 8, pero todo volvió a frenarse después del desafortunado momento.
La situación fue tensa, muy tensa, ya que esto venía precedido de otro momento insólito.
Dos minutos antes del éxito de los 90, un espectador comenzó a pasearse a tan solo tres metros de las espaldas de Sebas en el momento en que este subía el palo en un approach de 70 metros. Trágicamente, el susto le hizo quedarse 20 metros corto. Sebas no consiguió salvar el par, él era el otro colider al iniciar el día. Ambos estaban compartiendo partido y espectadores. Lamentablemente, los verdaderos protagonistas del hoyo 10 no fueron los jugadores. Ambos golfistas intercambiaron palabras con el público, no precisamente agradables. Se mascaba un ambiente trágico.
Yo iba en la bolsa de Sebas esa semana, ese domingo. No me pude sacar el estribillo de la canción en los 8 hoyos que nos quedaban, curioso como algo que has escuchado tan solo 10 segundos se te pueda pegar de tal manera. Todos los que jugamos a esto sabemos que cuando una canción se te mete en la cabeza puedes estar tarareándola 18 hoyos sin parar... Tuve que hacer un verdadero esfuerzo para no cantarla en alto durante las 2 horas restantes que quedaban de juego, o el sueco terminaría por salir corriendo y tirarse al primer lago profundo que encontrara.
Sebas había salido líder por dos golpes al tee del 10. Adrian Meronk, que iba partidos por delante de él firmaba eagle en ese mismo hoyo. Asistimos sin saberlo a un “triple hoyo”, le habían recortado 3 golpes a Sebas en cuestión de minutos. El polaco terminó con otros dos birdies para finalmente alzarse con la victoria.
Nunca sabremos cual habría sido el desenlace final sin esos dos incidentes.
En definitiva, es más que un espectáculo, es más que ver cómo tíos la pegan 300 metros con el driver. Muchos se juegan la carta, pasar el corte o ganar un torneo. Su futuro puede pender de un golpe, de unos escasos euros en el ranking a final de año.
El destino de una llamada. El destino de cuatro pasos. Silencien sus móviles, jueguen a ser estatuas.
Hasta la próxima.
Ana Fernández De Diego
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