Hace menos de tres meses, el 23 de octubre de 2016, el inglés Graeme Storm hizo bogey en el hoyo 18 de la última jornada del Portugal Masters. Era el único borrón en una última vuelta muy buena (67 golpes), pero él intuía que quizá no fuera suficiente, así que se fue a firmar la tarjeta con la mosca detrás de la oreja...
Hace menos de tres meses, el 23 de octubre de 2016, el inglés Graeme Storm hizo bogey en el hoyo 18 de la última jornada del Portugal Masters. Era el único borrón en una última vuelta muy buena (67 golpes), pero él intuía que quizá no fuera suficiente, así que se fue a firmar la tarjeta con la mosca detrás de la oreja...
Pocos minutos después confirmaría la pequeña tragedia. Se había quedado a solo cien euros del puesto 110º de la Race to Dubai que ocupaba David Howell, que no había pasado el corte esa semana en el Portugal Masters. De haber hecho el par en aquel hoyo 18 habría terminado el torneo en el puesto 17º y habría ascendido hasta el puesto 109º de la Race. Pero se había quedado fuera por cien míseros euros... Storm llevaba doce años seguidos manteniendo los derechos de juego del circuito europeo y aquello fue un palo muy duro, aunque días después se confirmaría que iba a conservar su estatus, ya que Patrick Reed no había jugado el mínimo de torneos exigido por el European Tour y corría un puesto en la Race.
Hoy, Storm luce radiante posando como ganador del Open de Sudáfrica, tras batir en un desempate a Rory McIlroy. Las vueltas que da la vida y el golf, porque aquellos días, mientras pensó que había perdido la tarjeta del circuito europeo, tuvo demasiado tiempo para darle vueltas a la cabeza y sólo veía nubarrones...
Con 38 años cumplidos era consciente de que cada año la competencia es más fuerte, incluso para un sólido y solvente jugador como él. Sin ir más lejos, en su mejor año (2007) su media de golpes (71,66) había sido superior a la de 2016 (71,53) y este registro no le había valido esta vez ni siquiera para mantener sus derechos de juego, cuando en 2007 había finalizado el 16º en la Race. El dato de la media de golpes no es definitivo, pues entran demasiadas variantes en juego, pero sí es una pista de cómo andan las cosas en el golf de élite.
Así que, una vez salvado por la campana de Reed, tomó la determinación de hacer antes y mejor los deberes. Había que ponerse las pilas. Un cuarto puesto en el Alfred Dunhill de Leopard Creek en diciembre y la victoria en el Open de Sudáfrica son logros suficientemente elocuentes respecto a la espléndida reacción de este jugador que iba para estrella (sucedió a Sergio García en el palmarés de ganadores del British amateur y jugó el Masters en el año 2000 aún como aficionado, con su madre haciéndole de caddie, una imagen que en su día dio la vuelta al mundo) y que quizá se estaba dejando llevar más de la cuenta.
"He regresado del infierno después de un año 2016 que fue una montaña rusa. Hoy ha sufrido la presión de ganar un torneo, pero es mucho peor sufrir la presión de quedarte sin la tarjeta. Así que esta victoria es un sueño después de lo que viví a finales de 2016. Me dije a mi mismo que tenía que agarrarme como fuera y con las dos manos a mi modo de ganarme la vida", ha dicho el inglés poco después de alzar el trofeo del Open de Sudáfrica. El deporte y el golf nos dejan a cada paso lecciones de vida...
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