Cierra los ojos e imagina un lugar bajo el sol, mecido por la brisa, verde de verdes, el piar de pájaros, ardillas correteando, sosiego, armonía, paz, competición (con uno mismo) y como techo, el cielo azul madrileño. Ningún otro cielo quiso nacer fuera de aquí y dicen que Velázquez lo añadió a su paleta de colores para la pintura universal.
Panorámica del campo Lomas-Bosque
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