Las cosas más importantes suceden muchas veces en los lugares más insospechados. Seguro que más de uno pensará que el ritual para hacerse miembro del European Tour es algo así como ordenarse caballero en la época del Rey Arturo. Sí, ya saben, con toquecito en el hombro con una espada enorme y fanfarrias sonando a todo trapo. Desde luego, parece lo suyo. Sería algo antiguo, de acuerdo, pero un rato emotivo. Sin embargo, no van por ahí los tiros.

La escena se produce en un autobús algo destartalado en Muscat, la capital de Omán. Asientos viejos, estructura vieja... pero funcionan como un reloj. Llevan y traen. Quién pide más. Borja Virto está pegado a la ventanilla izquierda, aunque no hay mucho que ver. Desierto, desierto, alguna casa baja y varias mezquitas que, ellas sí, quitan el hipo.

El camino al campo de golf dura unos quince minutos. Algunos jugadores aprovechan para jugar al 'candiecrush', otros se mensajean con sus novias y los menos entablan una charla animada con su caddie. Son estos tiempos. Es muy temprano y en los rostros de todos se refleja la hora a la que ha sonado el despertador y la fatiga acumulada de toda la temporada.

Virto, sin embargo, no tiene el móvil en la mano, sino unos papeles enrollados y grapados en la esquina izquierda. Son apenas tres folios. Es el formulario para hacerse miembro del European Tour, condición que se ha ganado tras una excelente temporada en el Challenge con dos victorias incluidas. El navarro saca un bolígrafo, se apoya en una libreta y lo rellena. Antes de llegar al campo de golf, y con la ayuda generosa de Ross McGowan, jugador inglés que ganó el Madrid Masters (a quien no le asaltan dudas cuando realiza algún trámite burocrático), completa la misión. Todo firmado. Virto ya es oficialmente miembro del European Tour.

No hay fanfarrias, no hay espadas, ni siquiera un apretón de manos. Es sólo una escena doméstica en un autobús en Oriente Medio. Pues claro, aquí lo único y realmente importante es lo que pasa en el campo de golf.