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Las tres “C” en golf

Constancia, Concentración y Confianza. El golf es, sobre todo, un juego mental y además un juego errático, donde las cosas cambian constantemente. De ahí que la constancia en nuestro juego, la concentración en el aquí y el ahora y la confianza en nosotros mismos hacen avanzar nuestro golf.

Tres bolsas de palos alineadas como alegoría de las tres "C"

El golf es un juego mental que requiere disciplina y enfoque. Si bien la habilidad física es importante, la fortaleza mental es crucial para manejar la naturaleza errática del juego. Los golfistas deben aprender a canalizar sus instintos y concentrarse en el momento presente para rendir al máximo. Mantener la concentración durante todo el recorrido es un desafío, pero es esencial para el éxito. En última instancia, el golf es un juego mental tanto como físico.

El aspecto mental en el golf es esencial, así como la confianza en uno mismo, crucial para jugar bien y recuperarse de los errores. Si, la parte física también es vital; la complejidad física del swing de golf, que involucra una cuarta parte de los músculos del cuerpo en una fracción de segundo. Pero el golf es sobre todo mente.

Pocos o ningún golfista disfrutan de una mente tranquila. Llegar a jugar bien al golf pasa por saber canalizar los “instintos básicos” y el talento, convirtiéndolos en sangre fría y eficiencia.
Dicen los expertos que jamás se debe realizar un golpe si tienes la cabeza en otro lado. El 90% del golf se juega de hombros para arriba, es decir se gana o se pierde con la cabeza.
Es enormemente difícil mantener el mismo grado de concentración durante las 4 o 5 horas que se suele tardar en jugar 18 hoyos. Desconcentrarse en un momento determinado de la vuelta, aunque no es lo deseable, es algo normal. Lo importante es que cuando se pierde la concentración ser capaz de reenfocar la atención a lo que toca en ese momento y lo antes posible. 
El aquí y el ahora son vitales en el golf. Conectarse con nuestros sentidos y liberar la mente de todo aquello que pueda obstaculizar una buena ejecución, concentrados y enfocados para poder lograr nuestros objetivos y disfrutar del juego.
Concentrarse en que la bola vuela y sigue volando hasta parar cerca de la bandera y el putt entra. Vivir el momento presente sin adelantar acontecimientos.
Para muchos la diferencia entre un buen jugador y un jugador excelente se encuentra simplemente en la capacidad de concentración que muestre cada uno de ellos: un golfista que sea capaz de mantenerse totalmente centrado en el juego a lo largo de todo el recorrido tiene mucho camino andado en la consecución de un buen resultado. De hecho, todos hemos visto como las principales figuras del golf perdían torneos importantes por falta de concentración en la última jornada.

Según los expertos, la concentración funciona en forma de picos: así lo habitual es que al principio del juego la concentración sea baja, yendo en aumento a medida que avanzamos en el recorrido; alcanzará su punto máximo a mediados del juego (allá por el hoyo 8 ó 9), para después descender en picado.
Lo cierto es que mantener la concentración resulta realmente difícil de conseguir, puesto que son muchos los elementos que actúan en nuestra contra: el compañero, el público, la lluvia, ese pájaro… pero, ¿quién dijo que el golf era sencillo?. Y es que esto del golf agota mentalmente.
Mucha fuerza mental



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