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La cara menos conocida de Pablo Larrazábal

Pablo Larrazábal es ahora mismo el gran triunfador del golf profesional masculino en el año 2015. Las cuentas son sencillas: es el único que ha ganado un torneo en uno de los dos grandes circuitos mundiales en la presente temporada. Afortunadamente, todavía hay espacio y torneos para que otros se suban al carro.

 

La imagen de puertas hacia afuera de este jugador llama muchas veces a la confusión. Una aparente irregularidad (realmente limada en los últimos años), unida a su carácter extrovertido y, sobre todo, a su expresividad dentro y fuera de las cuerdas, hace pensar a veces en un jugador que vive casi exclusivamente de su talento (esas manos mágicas que tiene) y de algunos picos altos de inspiración muy bien aprovechados.

 

La realidad es mucho más sustanciosa y profunda. Larrazábal es, de hecho, uno de los jugadores españoles con un esquema y equipo de trabajo más profesionalizados de la Armada española. Así es, porque bajo la apariencia de un hombre encendido y apasionado se esconde una mente mucho más templada cuando se trata de hacer balance. Alguien que se deja asesorar y que no teme poner el dedo en la llaga para corregir los flancos débiles.

 

A comienzos de 2013, por ejemplo, todavía con 29 años, se puso en manos de Emilio Pereira, preparador físico desde 2004 de Miguel Ángel Jiménez, con objeto de tener a mano a un especialista en este apartado de vital importancia durante buena parte de los torneos, alguien que estuviera más encima de su preparación, incluso durante las semanas de competición, ya fuera en España, Hong Kong o en Dubai, puesto que Pereira viaja con ellos. A la vez que Larrazábal, también José María Olazábal y Rafael Cabrera Bello se pusieron en manos de este preparador, que a día de hoy, además, lleva también la parcela física de Sergio García y Alejandro Cañizares...

 

El salto físico del barcelonés en estos tres últimos años es más que evidente. Años antes, ya había estado dándole vueltas a otra cuestión tanto o más importante: necesitaba ayuda para mantener la concentración durante las vueltas de competición, la dichosa y decisiva tarea de aprender a aceptar los errores. En este sentido, ya en 2011 y de la mano de un entrenador mental, John McGirr, trabajó en ciertas rutinas que le ayudaron a hacer borrón y cuenta nueva en el campo con mayor celeridad. Le fue muy bien.

 

Hoy en día tiene también en su equipo de trabajo a un especialista que le está ayudando de un modo decisivo, tal y como confiesa el jugador, en todo lo que se refiere al equilibrio mental y emocional, sobre todo durante la competición. Una aclaración al respecto: ni el interesado, un hombre que ya ha ayudado a otros deportistas españoles de élite, ni el propio Larrazábal quieren descubrir su identidad mientras sea posible, pero desde luego no se trata de un 'iluminado', sino más bien de todo un profesional y experto en la materia... Hoy en día, por último, Pablo tiene a su hermano Alejandro de entrenador, con el que se entiende muy bien y con el que además puede trabajar a destajo y en casa durante los parones que marca el calendario.

 

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