Juan Carlos Piñero, hermano de Manuel y Alfonso Piñero –el primero de ellos leyenda del golf español, capitán olímpico en los pasados Juegos de Río de Janeiro 2016; el segundo participante en este mismo torneo–, con un pasado lustroso que incluye nutridas participaciones en el European Tour y el Challenge Tour –donde ganó el Open El Corte Inglés en 1994–, ha recuperado sensaciones a lo grande en la primera jornada del Campeonato de España de Profesionales Senior que se disputa en el bello recorrido almeriense de Desert Springs.
Juan Carlos Piñero, hermano de Manuel y Alfonso Piñero –el primero de ellos leyenda del golf español, capitán olímpico en los pasados Juegos de Río de Janeiro 2016; el segundo participante en este mismo torneo–, con un pasado lustroso que incluye nutridas participaciones en el European Tour y el Challenge Tour –donde ganó el Open El Corte Inglés en 1994–, ha recuperado sensaciones a lo grande en la primera jornada del Campeonato de España de Profesionales Senior que se disputa en el bello recorrido almeriense de Desert Springs.
“No tenía ganas de venir, no encontraba motivación”, explicaba con sinceridad quien arrasó literalmente en los primeros 18 hoyos de competición, 68 extraordinarios golpes que le catapultaron hasta la primera plaza de la clasificación a base de aciertos múltiples.
Con un bagaje profesional importante, a imagen y semejanza de otros muchos que hacen de éste un torneo muy especial, punto de encuentro de jugadores con un pasado repleto de trabajo y talento que han escrito buena parte de la historia del golf español, Juan Carlos Piñero reflejaba satisfacción en su curtido rostro “porque he jugado bien, algo que me alegra porque lo hago poco, tenemos pocas opciones de hacerlo, pocos torneos donde disfrutar”.
La alegría por el resultado, reflejado en el brillo de sus ojos, se cimentó en una primera vuelta perfecta, cuatro birdies sin fallo que dieron paso a unos segundos nueve hoyos donde, par tras par, su tarjeta adquirió cotas inalcanzables para el resto de competidores.
“El campo me ha gustado, he disfrutado, te hace pensar cada golpe”, decía Juan Carlos Piñero en la casa club tras solventar, a base de buenos golpes con el drive y, sobre todo –“vaya golpes de approach, las dejaba dadas”, remarcaba su caddie–, unos golpes de aproximación sensacionales que le hicieron recuperar emociones y sentimientos pasados.
Nadie, ni siquiera un Pepín Rivero con un currículo deportivo para quitar el hipo, rindió a nivel tan extraordinario, si bien el madrileño, al acecho, ofreció asimismo una clase magistral de buen golf, en su caso recuperando con creces y pericia el efecto negativo de los tres bogeys que salpicaron su vuelta hasta el hoyo 10 antes de que rematase su gran actuación con dos nuevos birdies en la recta final, hasta un total de cinco.
Los 70 golpes de Pepín Rivero le convierten en serio aspirante al título junto a otros tres jugadores que, como él, consiguieron rebajar el par del campo: José Manuel Carriles, Domingo Hospital y Diego Morito, los tres con 71 golpes, centenares de torneos profesionales a sus espaldas resueltos en muchísimos casos con muy buenos resultados.
“Juego poco, pero precisamente por eso estoy muy contento con el rendimiento que he tenido. Este torneo es especial, sí, es un punto de encuentro con viejos amigos de toda la vida, pero para mí, en cuanto me pongo en el tee del 1, no puedo evitar que me salga esa competitividad que siempre me ha caracterizado. Venimos a pasarlo bien, pero yo, desde luego, voy a por todas siempre”, resumía un Pepín Rivero que sabe, como el resto de participantes, que Desert Springs es el enemigo silencioso de todos ellos, un rival fiero, calles verdes bordeadas de fiero desierto, que no permite el más mínimo fallo. Y en las dos jornadas que resta, eso lo tienen todos seguro, su cara más agresiva saldrá más antes que después.
Fuente: RFEG
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