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Gonzalo se hace más de 15.000 kilómetros en menos de un mes

En la trastienda del golf profesional suceden cada día muchas cosas que se escapan al ojo del aficionado. Todos podemos ver los golpazos, repetidos una y mil veces, los errores, las sacadas de búnker prodigiosas, los trofeos, las victorias, las derrotas y hasta nos podemos imaginar las horas y horas de entrenamiento que hay detrás de cada jugador. 

En la trastienda del golf profesional suceden cada día muchas cosas que se escapan al ojo del aficionado. Todos podemos ver los golpazos, repetidos una y mil veces, los errores, las sacadas de búnker prodigiosas, los trofeos, las victorias, las derrotas y hasta nos podemos imaginar las horas y horas de entrenamiento que hay detrás de cada jugador. Sin embargo, hoy nos vamos a centrar en un detalle logístico que no salta tanto a la vista y que provoca tanto o más cansancio en el golfista que los entrenamientos o los torneos.

 

Nos referimos, obviamente, a los desplazamientos. El asunto se complica todavía más cuando hablamos de un jugador que compagina dos circuitos tan alejados el uno del otro como el Web.Com Tour y el European Tour. Es el caso, claro, de Gonzalo Fernández Castaño. El golfista madrileño se ha hecho en menos de un mes más de 15.000 kilómetros de manera consecutiva. Que se dice pronto. Es decir, sin pasar por la casilla de salida. Os lo detallamos.

 

La singladura arrancó con el Knoxville Open, en Estados Unidos. Se jugó en Tennessee y a la semana siguiente tocó la ciudad de Greer, en Carolina del Sur. Fue un primer viaje corto, un paseo para ir haciendl cuerpo, apenas 273 kilómetros. Después vendría la tralla más importante.

 

Desde Greer, Gonzalo tomó un avión con destino a Londres, para jugar el BMW PGA Championship de Wentworth. Añadan nada menos que 6.532 kilómetros. A la semana siguiente, en la que estamos ahora, tocó Italia. El golfista de Puerta de Hierro viajó a Brescia para la segunda cita de las Rolex Series. Sumen 1.011 kilómetros más.

 

Y este domingo, desde Italia, otro avión para cruzarse de nuevo el oceáno Atlántico y regresar a Estados Unidos. Concretamente, a Ivanhoe, en Illinois. Son 7.345 kilómetros. Una buena paliza para poner fin a esta exigente singladura por diferentes ciudades, países, culturas, meteorología y, lo que es más importante, husos horarios. Más de 15.000 kilómetros de aviones y coches, ya sean de alquiler o cortesía, mientras si intenta competir al máximo nivel. Es la otra cara del golf profesional.

 

Gonzalo ha sacado una buena nota de esta paliza. Brilló en Knoxville y ha cuajado una buena semana en Italia. Ahora toca rematar la faena con una gran actuación en Ivanhoe (Rust Oleum Championship) para dejar lo mejor encarrilada posible la tarjeta del PGA Tour para la próxima temporada.

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