Los jugadores profesionales de golf cumplen con una labor social; son el faro a seguir de pequeños y mayores. Tienen la enorme responsabilidad de ser la inspiración de las nuevas generaciones y el sueño de cualquier aficionado que quiera imitar sus pasos, o al menos su swing. Pasen y lean.
Los jugadores profesionales de golf cumplen con una labor social; son el faro a seguir de pequeños y mayores.
Tienen la enorme responsabilidad de ser la inspiración de las nuevas generaciones y el sueño de cualquier aficionado que quiera imitar sus pasos, o al menos su swing. Pasen y lean.
Se necesitan figuras como las de Gonzalo Fernández-Castaño, Sebas García, las hermanas Patricia y Marta Sanz, Marta Martín y un largo etcétera de profesionales madrileños de golf ganando competiciones internacionales y grandes torneos para crear afición en los más pequeños y en lo no tan pequeños.
Las hazañas del golfista vasco Jon Rahm han aumentado de forma exponencial la afición, siendo el ejemplo a seguir de muchos jóvenes golfistas.
El golf profesional es un concurso, un duelo, un cuerpo a cuerpo que requiere coraje, habilidad, estrategia y autocontrol. Una prueba de temperamento, un juicio de honor.
No, no es fácil ganarse la vida con el golf y en estos tiempos tan inciertos, llenos de incertidumbre, ellos y ellas siguen luchando por sus ilusiones y su profesión, intentando traernos triunfos y alegrías a todos los madrileños.
Cuando los pros están en el campo, desprenden tal magia e ilusión, que los espectadores se convierten en jugadores.
Aficionando y haciendo soñar a grandes y pequeños.
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