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En el campo y en el juego se conoce al caballero

Una de las razones que hacen del golf una actividad tan divertida es que el terreno de juego nunca es el mismo. El verde de la hierba y la paz inquebrantable de un campo de golf son argumentos suficientes para respetarlo y cuidarlo siguiendo unas normas básicas.

Santi Luna antes de rastrillar el búnker

Todas las pistas de tenis son iguales; en cambio, cada campo de golf es diferente y están diseñados para resaltar la belleza del entorno. Y el respeto al campo de golf es un principio fundamental de la etiqueta y cada jugador tiene la responsabilidad de dejar el recorrido en las mejores condiciones posibles para los golfistas que vienen detrás.


Sin embargo, no siempre se cumplen estas normas básicas de comportamiento que se podrían resumir en estos tres puntos:

-Reparar piques

-Reponer chuletas

-Rastrillar los búnkers


Para ser un buen golfista se deben reparar piques, reponer las chuletas y rastrillar bunkers, pero requiere cierta maña. 


Cada vez que la bola impacta en el green y deja una pequeña hendidura o marca se debe reparar inmediatamente con el arreglapiques, insertándolo en la parte exterior de la marca y empujarlo suavemente hacia el centro. Sin levantar el césped hacia arriba para no dañar la raíz y para finalizar alisar la superficie con el putt para que quede uniforme.
Las chuletas, ese pedazo de hierba que arrancamos del suelo al golpear la bola, no se trata de recuperar el trozo, tapar la herida y ya está. No. Cuando la chuleta se recupera entera o en trozos sueltos, conviene ponerlos en el sentido que tenían. A continuación, se pisan con firmeza para que se integren en el lugar del que salieron. Una chuleta colocada, pero sin pisar se secará por falta de humedad, mientras que bien pisada, recibirá humedad por capilaridad y recuperará en el acto. Y una chuleta no repuesta tarda de dos a tres semanas en recuperarse.
El bunker rastrillado debe tener una superficie pareja sin signos de huellas o pisadas y signos mínimos de excavación o arado. El rastrillo se debe dejar fuera del búnker.
Son tres pequeños gestos que se convierten en gigantes, poniendo en valor, el importante esfuerzo y dedicación que realizan los trabajadores para que los campos estén en el mejor estado.


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