El equipo femenino de la Federación Española de Golf se encierra en uno de los salones de la casa club de La Reserva, en Sotogrande. Se está jugando un match contra Suecia, duro, como todos los duelos que miden a españolas y suecas. La capitana, Mercedes Gómez, y los entrenadores Marcelo Prieto y Paco Fernández comienzan a hablar de la estrategia que llevarán a cabo al día siguiente. Al poco de comenzar la charla, suena la puerta, se abre y aparece la figura de un hombre. Mercedes, Marcelo y Paco se cuadran, mientras que las chicas, de 17 y 18 años, se miran entre extrañadas y curiosas. El caso es que la cara les suena mucho, pero en ese momento no caen...

El hombre en cuestión se dirige a las chicas. Comienza a hablar de golf, de entrenamiento, de juego corto, de Seve... Los minutos pasan volando. Es una lección detrás de otra, varias anécdotas, toneladas de sabiduría. La clase magistral dura poco más de una hora. Las chicas terminan alucinadas, con la boca abierta. Es Manolo Piñero.

Fue algo improvisado, casual. Piñero pasaba por allí y decidió compartir un poco de su manantial de golf con unas chicas que sueñan con ser golfistas profesionales. Es la grandeza y generosidad del actual capitán español de los Juegos Olímpicos. Habló de las Ryder Cup que jugó, de sus entrenamientos con Severiano Ballesteros y, sobre todo, de su dedicación al juego corto. “Fue algo sensacional, una oportunidad única para esas chicas. Teníamos delante al que posiblemente ha sido el mejor jugador del mundo del juego corto. Se puso a contar cómo entrenaba el juego corto, lo minucioso y perfeccionista que era y las horas que se podía pasar en un búnker. Recuerdo que contó cómo durante un torneo, los días antes, estaba en la calle de prácticas con Severiano y se marchó a un búnker. Comenzó a pegar algunos golpes y le dijo Seve: “Manolo, qué, jugamos unos hoyos”. A lo que Piñero le respondió: “no, Seve, mejor sal tú a jugar, que yo quiero seguir practicando un rato más”. Seve pegó bolas durante media hora, jugó nueve hoyos, volvió al campo de prácticas y Piñero aún seguía en el búnker. Esa era la lección: para peinar la arena como él lo hacía se requiere mucha repetición, ser perfeccionista”, asegura Marcelo Prieto, testigo directo de la escena.

Las chicas aprovecharon la ocasión para preguntarle algunas cosas sobre el golf y, específicamente, sobre juego corto. “Piñero hizo hincapié en que busquen más las sensaciones, que no se obsesionen con la técnica, que lo más importante es sentir el golpe. Y les insistió en no tirar nunca la toalla. La charla surtió efecto porque aunque no ganamos, las chicas pelearon hasta el final y remontaron un resultado muy adverso”, asegura Marcelo.

Cosas que pasan, y que jamás se olvidan, cuando Piñero llama a la puerta...