Para olvidar. Sin duda, esas dos palabras son las que mejor definen una jornada en la que Carlos Balmaseda no logró encontrar su lugar en el campo. Una ronda que, a pesar de empezar con un esperanzador birdie al hoyo 2, se torció hasta convertirse en una pesadilla que para el madrileño comenzaba en el hoyo 4.
Para olvidar. Sin duda, esas dos palabras son las que mejor definen una jornada en la que Carlos Balmaseda no logró encontrar su lugar en el campo. Una ronda que, a pesar de empezar con un esperanzador birdie al hoyo 2, se torció hasta convertirse en una pesadilla que para el madrileño comenzaba en el hoyo 4.
En ese par 5 Balmaseda firmaba un bogey sumando a su tarjeta un golpe, en un gesto que repetiría en el hoyo 8. Hasta aquí nada que no ocurra en cientos de ocasiones. Con el birdie inicial para compensar en parte los errores, cruzar el ecuador de la jornada con un golpea a favor del campo no es un problema demasiado preocupante.
Lamentablemente, lo peor estaba por llegar. De nuevo un bogey, esta vez al 12, daba paso a una mala racha entre el 14 y el 16 donde su tarjeta se incrementaba en tres golpes, para ir a rematar el daño con tres más en el 18, para despedirse del torneo con un global de 223 golpes, siete por encima del par.
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