La localidad de Louisville, en el estado norteamericano de Kentucky, es el centro de atención del golf mundial durante esta semana veraniega. Está en juego el último Grande de la temporada y son muchos los que esperan ganar en Valhalla (el paraíso de la mitología vikinga), cual fieros combatientes, el merecido premio tras la dura campaña.
La localidad de Louisville, en el estado norteamericano de Kentucky, es el centro de atención del golf mundial durante esta semana veraniega. Está en juego el último Grande de la temporada y son muchos los que esperan ganar en Valhalla (el paraíso de la mitología vikinga), cual fieros combatientes, el merecido premio tras la dura campaña.
El PGA es el cuarto Grande de la temporada golfística pero lejos de ser el “hermano pequeño”, llega al calendario sin complejos y con un campo preparado para dar “una de cal y otra de arena”. Si bien las calles de Valhalla no asustan por su estrechez como en otros torneos de la máxima categoría, esa nobleza se termina cuando se visita el rough. Es un tipo de hierba dura que atrapa la bola y para sacarla con bien hay que ser sumamente agresivo, lo que complica la entrada en unos greenes que sin duda van a rodar a la velocidad de vértigo.
El principal candidato al cetro es Rory McIlroy. El estado de gracia del norirlandés roza lo sobrehumano y sus dos últimas participaciones del calendario se suman por triunfos: nada menos que el Open Británico (el cuál dominó de cabo a rabo) y el Bridgestone Invitational de Akron. Si McIlroy llegara a la jornada dominical con opciones de alzarse con el triunfo, saltarían todas las estadísticas acerca de triunfos consecutivos con dos Grandes incluidos en un triplete histórico.
Pero para poner las cosas difíciles a Rory va a estar un Sergio García que disfruta de su tercer puesto en el ránking mundial y que está gozando con el golf como hacía tiempo que no se le veía hacerlo. Se le ve feliz y eso se transmite en todo lo que hace: entrenar, atender a los medios, firmar gorras y banderas… disfruta con cada faceta de su profesión y con el apoyo incondicional de un público que no puede evitar adorar el talento del castellonense.
Otro al que en la ronda de entrenamiento siguieron cual Flautista de Hamelín fue Tiger Woods. Apareció por Valhalla ante la sorpresa de los aficionados y a las 2 de la tarde inició una ronda entre el júbilo de la gente, que le siguió por las cuerdas formando varias hiladas de aficionados. Habrá que ver si el dolor que la semana pasada le hizo abandonar el torneo de la FedEx Cup no aparece y le arruina la semana.
La Armada Española se completa con el grupo habitual de esta temporada: Miguel Ángel Jiménez, Pablo Larrazábal, Rafa Cabrera y un pletórico Gonzalo Fernández Castaño. El madrileño acude con un swing algo dubitativo que está trabajando en estas intensas semanas, pero con muy distinto cariz al que se le vio el Liverpool durante el Open. Entonces peligraba su tarjeta 2015 para el PGA, cosa que ya no sucede tras su 4º puesto en Canadá y que le permite afrontar con tranquilidad esta semana e, incluso, la siguiente. “Mis expectativas no son muy altas, pero acudo con mucha ilusión a Louisville, con la tranquilidad de tener la tarjeta asegurada. Voy a empezar por intentar pasar el corte y luego ya en el fin de semana, intentar escalar lo que pueda en la tabla”.
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