Año 1966 en Puerta de Hierro. Más de doscientos caddies se preparan para otra jornada de trabajo. Entre ellos, un pipiolo de once años al que llaman Pepín.
Año 1966 en Puerta de Hierro. Más de doscientos caddies se preparan para otra jornada de trabajo. Entre ellos, un pipiolo de once años al que llaman Pepín.
Año 2015 en Mayakoba. Es miércoles de Pro-Am. Profesionales, amateurs, entrenadores, representantes, comerciales, agentes de seguridad, azafatas, periodistas y caddies se arremolinan en torno al putting green. Entre ellos, Pepín Rivero, cuatro triunfos en el European Tour y dos en la Ryder Cup lo contemplan. Casi medio siglo después, el gran jugador y entrenador madrileño se vuelve a colgar la bolsa al hombro, esta vez para acompañar a Nacho Elvira, su pupilo. Cualquier parecido entre aquellas primeras veces y ésta es pura coincidencia.
Pepín echa la vista atrás con una melancólica nostalgia. “Ha pasado mucho tiempo, ya casi ni me acuerdo. Era una época muy distinta. Ahora sería inconcebible tener doscientos caddies en un club. Antes todo el mundo llevaba caddie, ahora sólo están en los circuitos profesionales. No me arrepiento nada de aquella etapa de mi vida, aprendí mucho, aunque realmente es evidente que un niño de once años debe estar en la escuela o jugando al golf, no haciendo de caddie. Por suerte, eso ha cambiado”, reconoce.
Nacho Elvira lo llamó hace unos días y se lo pidió. “Pepín, ¿te importaría ser mi caddie en Mayakoba?”. Rivero no dudó. “Yo estoy aquí para ayudarle en todo lo que pueda y recordar que la paciencia es lo más importante en este deporte”, asegura mientras termina de sacar de la bolsa de palos los efectos personales de Nacho. La bola es algo más pequeña de lo habitual en los pros, de trípode, aún así la semana va a tener una exigencia física brutal para Pepín. Hace muchísimo calor en Mayakoba y una humedad sobresaliente. La sensación térmica está muy por encima de los treinta grados. Pero Rivero está preparado.
Y lo que es más importante, Nacho está listo para rubricar una buena semana. “Está jugando muy bien. Viene de hacer un gran golf en Omán hace una semana y le encanta el campo. Eso es algo muy importante. Ayuda mucho empezar la semana sabiendo que el campo te gusta”, afirma Pepín. El diseño del El Camaleón, en Mayakoba, es de Greg Norman, el mismo que diseñó el Almouj Golf de Omán. “Los greenes son muy movidos, aunque no lo parecen. Apenas tienes putts planos. No es muy largo, aunque hay algunos hoyos curiosos”, asegura Elvira. No hay mucho más que añadir.
Nos quedamos con la frase de un sabio como Pepín Rivero: “a ver si tenemos una buena semana”. Suerte, maestro.
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