Nueve meses han pasado desde que Patricia Sanz se lesionó la muñeca derecha hasta que ha vuelto a jugar un torneo. Nueve meses son muchos meses. Muchos días dándole vueltas a la cabeza. Muchos días de desánimo, de incertidumbre y hasta de desesperación.

Lo único que nunca hubo fueron dudas. Cada mañana se levantaba pensando en el regreso. Cada dura jornada de rehabilitación era un paso más hacia el tee del 1 del próximo torneo. Esta semana, al fin, ha vuelto a la competición, en Abu Dhabi. Tarjeta de 80 golpes el primer día y 72 el segundo. Pero eso es lo de menos. Patricia ha vuelto a sentirse golfista. La madrileña nos atiende desde Abu Dhabi, feliz por su vuelta, aunque algo contrariada por el resultado. La exigencia no se pierde por mucho quirófano y rehabilitación que haya.

¿Cuál fue la lesión y cómo han sido estos largos nueve meses?

El 4 de febrero pegué el golpe y tal como le di pensé q me había roto el brazo. Cuando terminé la vuelta (juegué el hoyo 18 a una mano), me dijeron que no era nada, que hielo y fuera. Al día siguiente, como no podía mover la mano, fui a hacerme una radiografía y no se veía nada. El fisio me trató y me dijo que a lo mejor en tres semanas podría jugar. Pasaron las tres semanas y nada. A todo esto me pasó en Australia, donde teníamos cuatro torneos. Obviamente, no pude jugar.

Cuando llegué a casa me vio un especialista de la mano y me mandó mil pruebas en las que no se veía nada. Decidieron hacerme una artroscopia para mirar simplemente, pensando ambos que no iban a encontrar nada como en el resto de pruebas. Sin embargo, el 18 de marzo, cuando abrieron, encontraron el ligamento lunotriquetal roto. Cosieron, cerraron y me pusieron unas agujas externas para sujetar toda la zona.

Estuve mes y medio con escayola y una semana después me quitaron las agujas. Al día siguiente empecé la rehabilitación, desde mediados de abril hasta principios de septiembre. Al principio, los médicos me dijeron que en mayo ya estaría jugando, pero cada vez se iba retrasando más la cosa y hasta mediados de septiembre no pude coger un palo.

Los nueve meses sin jugar han sido muy duros. Lo que más me ha costado es ser un parásito, el no tener nada que hacer en todo el día, y tampoco poder hacer nada, salvo ir al gym por la mañana y luego mi día se acababa.

¿Cómo ha sido la sensación en Abu Dhabi, al ponerte de nuevo en el tee del hoyo 1?

Muy rara. Obviamente iba sin expectativas, llevaba nueve meses sin jugar y no quieres presionarme (risas). Como que no. Después del 80 estaba un poco cabreada porque creo que lo podría haber hecho mejor. Cuando lo pienso, digo, a ver flipada, que llevas mucho tiempo sin competir, darle claro que sé darle, pero aquí la gente viene a hacer birdies.

La segunda vuelta ya salí mas tranquila, realmente a disfrutar e intentar volver a la competición. El resto que envuelve a un torneo, aviones, entrenamientos y demás, parecía una niña pequeña. Estaba ilusionadísima. Desde el miércoles antes de irnos, ya estaba tocándole las narices a Marta: “Qué ganas hacer la maleta”, ¿Qué te vas a llevar?”... Y ella me miraba como, hija, como que no has viajado veces... (risas). Ya en serio, aprecias mucho más las cosas que antes dabas por hecho y te parecían banales.

¿Ha influido algo la lesión en tu swing?

Aún no estoy al ciento por ciento. Llevo un mes y medio entrenando, pero todavía no puedo dar un cubo de bolas seguido. Tengo que alternarlo con approchar porque la mano se me fatiga mucho. Sin embargo, quería venir a competir para no perder la sensación y estar más en juego para el año que viene. Por suerte, no he tenido que cambiar nada técnico en mi swing. Simplemente, por ahora, amoldar los entrenamientos a la mano, para que no se me fatigue muy pronto.

¿Qué objetivos te planteas de aquí a corto y medio plazo?

Quiero entrar en competición y poner en práctica todo lo que he aprendido con el parón. Quiero ser capaz de disfrutar jugando. Tengo la exención medica para 2017. En el LET, presentas tu caso y ellos deciden si te la dan o no. Una vez concedida, pasas a ser la última de tu categoría. Yo, por ejemplo, de tarjeta completa, el año que viene seré la 81.

¿Cómo has visto el golf femenino español desde la tranquilidad y objetividad del sofá en estos meses?

Está creciendo mucho, aunque siempre ha sido bastante grande. Somos un país pequeño, pero peleón. Veo a muchas jugadoras en competición y eso siempre es bueno porque sube el nivel. Y tenemos a grandes como Carlota, Azahara o Recari. Son buenos referentes, muy buenas jugadores y suponen una gran motivación. La verdad es que lo he visto con nervios por la tele, vamos, que me he quedado sin uñas...

Lo peor de estar tanto tiempo parada...

Es darte cuenta de que no puedes hacer lo que quieres. He conocido a mucha gente que está de baja, pero no les importa tanto, porque al final no tienen que ir a trabajar. Yo me moría de ganas de volver a jugar. Unas vacaciones suenan fenomenal hasta que son forzadas. También me ha costado mucho estar alejada de mi hermana tantas semanas.

Y lo mejor...

Estar con mi gente y darme cuenta de lo que es tener relaciones que no son a distancia, con mis padres, mi familia, mis amigos. Eso realmente no lo había experimentado nunca y te hace apreciar mucho todo lo que tenemos, lo afortunada que soy de hacer lo que me gusta y encima poder compartirlo. Se aprende mucho a valorar las pequeñas cosas. Suena como si me hubiese pasado algo grave de verdad, que esto que me ha pasado al final es nada, pero dentro de mi mundo lo es todo, y te hace ver que no lo es, que el golf no lo es todo. Sí, es una de las cosas que más me gusta, ¡¡pero no todo!!