El Open de España se ha convertido en una despiadada caza y captura de color rojigualda a falta de 18 hoyos para su tensa conclusión. El tridente integrado por Nacho Elvira, Jon Rahm y Jorge Campillo tiene en su punto de mira a Paul Dunne, un líder rocoso, en apariencia incólume ante la presión, que ha acumulado hasta el momento los méritos necesarios para liderar el torneo a falta de una ronda de competición.
El Open de España se ha convertido en una despiadada caza y captura de color rojigualda a falta de 18 hoyos para su tensa conclusión. El tridente integrado por Nacho Elvira, Jon Rahm y Jorge Campillo tiene en su punto de mira a Paul Dunne, un líder rocoso, en apariencia incólume ante la presión, que ha acumulado hasta el momento los méritos necesarios para liderar el torneo a falta de una ronda de competición.
El irlandés, mirando de reojo por el retrovisor, tiene literalmente pegados, entre otros, al dúo de españoles integrado por Nacho Elvira y Jon Rahm -con Jorge Campillo en la recámara-, deseos todos ellos mayúsculos por levantar el trofeo de campeón.
A tan sólo 18 hoyos de la apasionante conclusión, Paul Dunne se defiende como gato panza arriba ante los indisimulados ataques de los españoles, a uno, dos y cinco golpes de diferencia, que volvieron a ofrecer su mejor cara para regocijo de los miles y miles de aficionados que, por tercer día consecutivo, volvieron a abarrotar el Centro Nacional de Golf para convertirse, por su mera pero al tiempo multitudinaria presencia, en uno de los grandes toques de distinción de un Open de España que está escribiendo, gracias a ellos, muchas bellas páginas en la historia del golf de nuestro país.
El irlandés, con el triunfo en el British Masters 2017 como mejor distinción, empleó la misma vía que tan buenos réditos le generó en la jornada anterior, arañando birdies en los hoyos 5, 6 y 7 para sentar las bases de una ventaja corta pero inmutable a pesar de los repetidos esfuerzos de sus principales rivales, dos españoles y un nórdico que se ha colado en la persecución, el sueco Henric Sturehed, un jugador carente de historial glorioso que se afana en conseguirlo en Madrid tras rubricar brillantes rondas de 67, 68 y 66 golpes.
Ajeno a los ataques de todos ellos, Paul Dunne fabricó durante 16 hoyos una vuelta carente de errores que minimizaba el efecto del sobresaliente rendimiento de los españoles, una racha rota de forma abrupta cuando, en el hoyo 17, el irlandés envío la bola al agua antes de firmar bogey.
La humanización de su vuelta, compensada de inmediato por su quinto birdie en el hoyo 18, fue aprovechada por Nacho Elvira para someterle a la máxima presión posible. El cántabro, excelso, fabricó por su parte una ronda memorable, siete birdies aquí y allá sólo descompensados por un bogey, un tropiezo escaso que deja en el aire una batalla final que se antoja vibrante.
En la palpitante lucha por el título está involucrado, cómo no, Jon Rahm. El vasco volvió a generar encendidas pasiones gracias a su sensacional tarjeta, 7 birdies y un solo bogey, que le permiten adquirir máximo protagonismo de cara a una ronda final que nadie se quiere perder.
Inconformista con su rendimiento a pesar de alcanzar niveles estratosféricos, Jon Rahm se quedó con la sensación de haber podido mejorar incluso su vuelta, un nivel de exigencia supremo que, como se encarga de repetir a cada poco, es lo que le ha conducido hasta los primeros puestos del Ranking Mundial.
Hay pelea, dice Nacho Elvira; hay pelea, reafirma Jon Rahm; hay espectáculo asegurado, dicen los miles y miles de aficionados que ya tienen en mente acudir a presenciar una jornada final que se presume inolvidable.
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