El golf es la gran escuela de la humildad. Jugar bien al golf, qué quimera y qué ilusión. De un día bueno, le siguen 30 malos. Aceptarlo es ganar.

“Los golfistas son perdedores natos, sólo ganan un 10% de las veces que participan y a veces ni eso” David Fehearty

El golf es donde todos; buenos y menos buenos caen. Este deporte parece que se ría de nosotros. Al golf hay que darle mucho y pasar por el aro constantemente. Lo verdaderamente importante es aprender a jugar en la incomodidad y el desencanto para hacer pocos golpes. Tocándola mal, fallando y sabiendo que seguirás fallando porque ese no es tu día.

Grip, equilibrio y actitud son el triunvirato ganador.

Puede ser un juego aéreo, ligero, relajado, exuberante, divertido, en soledad o acompañado y siempre generoso en emoción. Pero también puede ser un juego ingrato si no le das un mínimo de actitud. El golf castiga y ridiculiza de tal manera que la actitud sufre auténticos descalabros.

Es fácil sucumbir a las primeras de cambio por desdén. Lo más doloroso para el que falla es saber que podía no fallar el swing y el drama se repite: campos llenos de jugadores serios, abrumados por su incompetencia y tan cerca de la gloria…bastan dos bolas tocadas en la yema para sentir la emoción del golf, llegándose al enganche por puro placer.

Cuando la bola no está haciendo lo que quieres hay que revisar los fundamentos básicos: el grip, la postura y la posición de la bola. Tres pequeñas cosas que hacen que el swing funcione o no como de costumbre.

“Eso sí, cuando se sale al campo, hay que olvidar la técnica. No se puede pensar en la técnica al hacer el swing y al mismo tiempo pensar en la posición de bandera, la fuerza y dirección del viento o ganar a nuestro compañero. La técnica se trabaja en el campo de prácticas a base de tirar bolas. En el campo se debe disfrutar y sentir el buen movimiento. Confía en tus músculos y juega la bola hacia el hoyo. Haz el golf sencillo” Gonzalo Fernández-Castaño, profesional madrileño.

Otro consejo es no pensar en el resultado. Cuatro pensamientos de resultado suponen un golpe más en tu tarjeta.

“Mi padre me enseñó a perder, lo que probablemente es más importante que aprender a ganar” Arnold Palmer