Javi Colomo arrancará la próxima semana en Singapur su octava temporada en el Asian Tour. Casi nada. Su caso sigue siendo único en España. Fue el primero en embarcarse en la aventura asiática, también fue el primero en asentarse y ocho años después sólo él queda en pie. Han pasado otros españoles, pero ninguno ha conseguido hacer carrera o, al menos, mantenerse tanto años como él. Una proeza cuando estás tan lejos de casa.
Javi Colomo arrancará la próxima semana en Singapur su octava temporada en el Asian Tour. Casi nada. Su caso sigue siendo único en España. Fue el primero en embarcarse en la aventura asiática, también fue el primero en asentarse y ocho años después sólo él queda en pie. Han pasado otros españoles, pero ninguno ha conseguido hacer carrera o, al menos, mantenerse tanto años como él. Una proeza cuando estás tan lejos de casa.
La temporada que arranca es especial. Colomo regresa a la competición en Singapur después de más de cinco meses de baja por lesión. Vuelve con una exención médica. El objetivo más inmediato es lograr algo menos de 10.000 dólares para mantener los derechos. Es lo que necesita. Tendrá varios torneos por delante para lograrlo, exactamente el margen es de 8.500.000 dólares. Esa es la cantidad por la que no pudo competir en diferentes torneos el año pasado y es lo que tendrá por delante ahora.
A pocos días se iniciar la nueva temporada, Colomo atiende a la Federación de Golf de Madrid desde Asia. La ilusión sigue siendo la misma que en 2012, pero han cambiado muchas cosas. Lo más llamativo en este 2019 será su swing, muy retocado de la mano de Nacho Garrido y Miguel Ángel Duque, y su aspecto. Se acabó el contrato con el anterior patrocinador y, de momento, ha decidido competir luciendo un sombrero de cowboy. Al toro…
Comienzas tu octava temporada en el Asian Tour. ¿En qué se parece este Javi Colomo con el de 2012 y en qué no tiene nada que ver?
Lo que más es en la ilusión, ya que después de la lesión vuelvo con mucha fuerza y motivación. En cuanto al golf, he recuperado la consistencia en el juego largo que desapareció después de 2012 casi por arte de magia. Ahí he dado un paso adelante. No me parezco en nada en cuanto a la templanza en el campo. Estoy más que curtido. En 2012 era más cabra loca, más temperamental y ahora consigo estar más calmado. Otra diferencia es que vengo sin ningún miedo. En 2012 era un mar de dudas, no sabía lo que me iba a encontrar. Yo lo voy a dar todo y lo que tenga que venir, bueno será.
¿Cuáles son los objetivos de este año tras una temporada difícil por los problemas físicos de final de año?
No diría que ha sido una temporada difícil, sino más bien de transición, de paciencia, de poner el swing en su sitio. Ha ido todo progresivamente. Al principio, hubo un par de momentos complicados porque el ansia no te hace estar tranquilo del todo, pero todo ha sido muy positivo, en dinámica ascendente. La lesión tiene mucho más de positivo que de negativo. Me he marcado muchos objetivos, algunos deportivos y otros personales. Superar las ganancias de 2012 sería fantástico y ganar al menos un torneo en el Asian Tour está ahí como gran objetivo porque me ayudaría a mantener la tarjeta, mejorar la categoría y no tener que estar pendiente de si entro o no… que es lo que tiene la exención médica. En la lista de entradas de los torneos soy el 63º, es decir voy justo detrás del último que mantuvo la tarjeta. Sin jugar desde agosto he quedado el 66º. La temporada iba muy, muy bien, de hecho me han faltado algo menos de 10.000 dólares. Juego el Maybank y Singapur y luego torneos más pequeños. Cinco o seis meses voy a jugar. Muy mal se me tiene que dar no mantener la tarjeta, pero quiero ganar para quitarme el tema de la exención con vistas a 2020.
¿Cómo fue exactamente la lesión, cuándo y cómo se produce y cuánto tiempo has estado parado?
La lesión fue una luxación completa del hombro izquierdo anterior. Sucede el primer día de vacaciones tras varios viajes. Fui a Neguri a jugar un torneo del circuito de España, más relajado, con la familia. Al día siguiente, me voy de vacaciones con la familia, a la playa, a San Sebastián, y a la hora se me ocurre ir a ver a los surfistas. Observé que había mucha gente divirtiéndose, bañándose y no vi el peligro… Me puse a coger olas con el cuerpo, nandando a favor de las olas y en una de ella mi tiró hacia abajo y me di contra el suelo. El hombro me hizo palanca, el brazo fue hacia atrás y sólo escuché el crujido bajo al agua. Al salir a flote me dolía muchísimo, me lo agarré y sólo pensaba en que no fuera real lo que estaba pasando. Cuando me miro el hombro no había músculo, sino un pico… Estuve a punto de desmayarme, cerca de una hora con el hombro fuera hasta que me lo colocaron en el hospital. El momento de colocarme el brazo fue muy placentero, dentro de lo desagradable. Me dijeron que tenía que estar tres semanas con el brazo en cabestrillo y yo sólo pensaba en volver en cinco semanas… ¡Tenía que jugar! Sin embargo, he estado cuatro meses sin poder pegar un drive… He ido poco a poco. Por suerte no se rompió el ligamento ni el labrum, sólo fisuró los huesos y es lo mejor que me ha podido pasar.
¿Qué trabajo has estado llevando con Nacho Garrido y Miguel Ángel Duque?
Hemos entrenado en la misma línea que a principios de 2018, antes de la lesión. Los cambios más grandes ya se habían producido y hemos hecho sobre todo ajustes. La lesión me ha ayudado a visualizar, a trabajar a nivel mental, recordando lo que había entrenado, mucho tiempo sin palo… Por eso ha sido positivo. Me ha venido muy bien ese tiempo. Las lesiones conllevan mucha incertidumbe, pero poco a poco llegan las buenas noticias, parece que todo va a ir bien y entonces utilizas ese tiempo libre no sólo para disfrutar de la familia sino también para aprovechar desde otro punto de vista, desde la ‘grada’ o haciendo de caddie, como a Carlos Pigem en la segunda fase de la Escuela. Son todo cosas buenas una vez superada esa primera fase de temor o incertidumbre.
Eres el único español que has conseguido llegar al Asian Tour y te has mantenido durante tantos años, ¿Cuál es la receta?
Este año desgraciadamente estoy solo. Será la primera vez que no haya otro español en el Asian Tour desde 2012. La receta no sólo es trabajo duro, pero la ilusión y la motivación deben estar ahí. Llevo el amor y la pasión por el juego dentro y te das cuenta de que es muy complicado. Muchos lo intentan y son muy pocos los que logran la tarjeta y mantenerse también es complicado. No es tan difícil adaptarse a la cultura, lo peor es la distancia. El clima es agradable y haces muchas amistades. Trabajar bien, tener mucha ilusión y tener algo, esa creo que es la receta. Si me comparo con los mejores del mundo igual trabajo tanto como ellos o más, pero ellos tienen algo que yo no tengo y al revés respecto a quienes no llegan a jugar a nivel internacional. Hay que trabajar para convertir los puntos débiles en fuertes y en eso estoy yo ahora.
Si le tuvieras que pedir algo a 2019, ¿qué sería?
Voy a ser súper original y voy a pedir salud y un poquito de suerte. Nunca viene mal. El resto ya lo pongo yo. Me haría tan feliz ganar, no sólo por mí sino por los que están ahí, los que sufren, el equipo, la familia… Eso me mantiene muy motivado. No hay que tirar nunca la toalla y si algún día esto se acaba estoy tranquilo porque lo he dado todo. Creo que tengo mucho golf aún por jugar.
¿Podrías ahondar un poco más en los cambios que has realizado?
Fundamentalmente, han sido para mejorar la transferencia de peso. Yo me quedaba un poco en el pie izquierdo en la subida y después daba un pequeño salto. Además ser una escopeta de feria me estaba haciendo daño en la espalda. Lo otro han sido los giros y tener el palo más tiempo enfrente del cuerpo y usar menos las manos. Ser un jugador más de fade que de draw. Ser más de consistencia que se habilidad. Bajo presión es más sencillo así. El swing es muy consistente. Ahora hay que ir ajustando poco a poco, con el ritmo de la competición y ya está. Las sensaciones son mejores que antes de la lesión. También estoy trabajando de vez en cuando con Joseba del Carmen el aspecto mental
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